lunes, 6 de mayo de 2013

Nacho López



Ignacio López Bocanegra nació en Tampico en 1924. El empleo de su padre lo llevó a él y a su familia a recorrer y vivir en varios lugares de la República. Durante su infancia y juventud Nacho vivió en Tampico, en Orizaba, y en Mérida. Su padre como representante de ventas de la compañía Palmolive tenía a su cargo la publicidad y promoción de los productos Palmolive; preparaba para esto llamativos aparadores que orgullosamente congelo en el tiempo con imágenes fotográficas. Motivado por su padre y por una cámara Brownie que como Nacho decía había sido regalada por un tío, "empezó con furia a retratar todo lo que veía, limitado solamente por el "domingo" que recibía para sus gastos y que era de 5 pesos" (Ernesto López Bocanegra, hermano de Nacho). 
Su primera exposición individual en la ciudad de México se inauguró en el Salón de la Plástica Mexicana en 1955. Posteriormente en 1956 Nacho fue invitado por la Panamerican Union de la OEA para exponer en Washington, Estados Unidos. En esta exposición presentó su trabajo fotoperiodístico de la ciudad de México. Sus fotos dramáticas e irónicas sobre la religiosidad, la vida cotidiana de la gran ciudad y sus personajes populares fueron calificadas de denigrantes, no reflejaban de acuerdo a las autoridades el México verdadero moderno y próspero.
En ese mismo año Nacho incursiona en la cinematografía. En una carta enviada al Jefe de Artes Plásticas de la Unión Panamericana (Washington, E.U), Nacho comenta su decisión de retirarse temporalmente de la foto fija y expresa en ésta: "El manejar la materia cinematográfica me ha apasionado tanto con la oportunidad de experimentar cualquier idea que se me ocurra, que estoy entregado a ella". Fue invitado a participar en el desarrollo de documentales en el Instituto Nacional Indigenista, en aquel entonces bajo la dirección del Dr. Alfonso Caso. Realizó para esta institución su primer corto-metraje en las zonas mazateco y tzeltal-tzotzil, dirigida por José Arenas. De esta manera, Nacho dio inicio a su trabajo fílmico el cual le ocupo varios años, desempeñándose como director, camarógrafo y guionista para noticieros fílmicos, documentales y corto-metrajes, insertado en proyectos institucionales, privados-comerciales y otros personales. 

En 1969 fundó su compañía "Nacho López Producciones, S.A." de esta manera planeaba realizar películas independientes y experimentales, las cuales comentó "...tratarán sobre las cosas que nos preocupan diariamente, como seres humanos conscientes de una realidad contradictoria. Serán el comentario de esa realidad: la exposición de fenómenos políticos y humanos dentro del llamado tercer mundo en que vivimos" (Olmos, 1966). Nacho imagino y escribió así varios guiones que pensaba en algún momento llevar a la pantalla, muchos quedaron inconclusos otros no obtuvieron apoyo ni recursos. En colaboración con el escritor Lizandro Chávez Alfaro preparó Morir en la Hoguera, guión crítico sobre la burocracia y sus consecuencias, para el cual no lograron obtener recursos ni apoyo y si en cambio critica y censura. Otro ejemplo de los documentales y corto-metrajes que quedaron inconclusos fue el preparar un guión sobre la vida de Aquiles Serdán con la intención, decía Nacho "...de llevar a la pantalla películas con estricto apego a los documentos históricos" (Rovirosa, 1990). 
Tlatelolco 68 dejó en Nacho una marca profunda. Nacho decidió entonces alejarse del cine comercial y publicitario y retomar la fotografía fija en blanco y negro (carta Nacho al articulista Manuel Berman de la revista "Punto y Aparte", Xalapa, Ver. 1980). Años después apartado entonces del cine documental y publicitario, Nacho comentó sobre éste "…era todo por encargo, es decir, no había oportunidad de plantear en serio problemas sociales, problemas económicos, problemas humanos"; en el caso del cine institucional remarcó "casi todos los documentales eran de tono triunfalista porque las agencias institucionales siempre quieren ver lo positivo". De acuerdo a Nacho el cine documental sufría de serias limitantes, las más graves consideraba él, eran la auto-censura, la censura del productor y la de la Dirección de Cinematografía (Nacho López, 1973. "¡Cuidado! el "Gran Hermano" nos vigila" y Rovirosa, 1990). 

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